Propiedad de la familia Rolão, que se dedicaba al fabrico de sedas (SMITH, 1973, p. 55), esta casa se sitúa en la Avenida Central.
El espacio se integró en la dinámica renovadora y expansionista del prelado renacentista. Más tarde, fueron las fachadas escenográficas de André Soares (que creó los edificios referidos) a modificar el Campo de Sant’Ana, de forma a incorporarlo en la nueva corriente tardobarroca y rococó que caracterizó la ciudad, y en la cual el arquitecto bracarense fue una figura esencial.